Buscando alegrías
lunes 7 de marzo de 2011
Ayer apunté en Facebook que: "Hace más un día de sol que mil profundas reflexiones..." :-)
Lo cierto que el domingo fue en Barcelona un día precioso, nos fuimos a dar un paseo en la playa y las peques aprovecharon un buen rato para jugar en la arena, mojándose los pies, buscando conchas y piedras, Violeta - no os lo perdáis - conectando con el Universo, como nos explicó después, al preguntarle que hacía con los brazos abiertos hacia el horizonte marino...
Queridas y maravillosas hijas :-))
Los demás mirando, como todos, un par de locos medio desnudos que llegaron a sumergirse en las gélidas aguas invernales.
Mientras la mamá leía el periódico y el papá disfrutaba de la deliciosa inundación de luz, del sonido repetido y variado de las olas, del espectáculo de los bañistas y de los pescadores, de los trenes que imprimían un ritmo al todo, intentando desconectar el cerebro de los muchos y casi infinitos marrones que acechan en estas épocas a cada esquina y paso dado o no dado.
Proeza casi imposible el conseguirlo, vista la cantidad y envergadura de los mismos...
y las infinitas y constantes desilusiones que nos regalan las situaciones, las personas, y también nosotros mismos, los que estamos acostumbrados a meternos permanentemente en discusión, a ser críticos antes con nosotros que con los demás.
Ayer reflexionaba sobre este tema.
¿Qué mensaje tengo que dar a mis hijas?
¿hacia donde tengo que empujarlas?
Hacia una tristísima y permanente desconfianza hacia los le que les rodean, para prepararlas a lo duro de la existencia, a los egoísmos, a la falta de nobleza...
o hacia una quizás ingenua y por eso peligrosa confianza en recibir el mismo trato que han dispensado, por los que si siempre han tratado honestamente, sinceramente, con generosidad, así serán tratadas...
Hoy me cuesta mucho predicar esta optimista visión de las relaciones humanas.
Estoy convencido que el destino es justiciero, pero a veces el destino tarda mucho en cumplir su acción equilibradora, y no es fácil darse cuenta, a lo mejor por que los interesados se han alejado de nuestro espacio vital (afortunadamente en algunos casos).
Hay siempre que distinguir entre personas, nunca generalizar, a cada uno lo que le toca. Es la esencia de la justicia. Si cambiáramos la perspectiva y fuéramos capaces de salir de nuestra condición, descubriríamos que somos víctimas y en algunos casos maltratadores. Pero este paso saben darlo pocos. Siempre habrá quién se merece más de lo que somos capaces de darle y con los que estaremos en deuda. Los seres humanos somos así, a veces sin darnos cuenta maltratamos a los que más nos apoyan.
En fin, que disfrutando del sol y rumiando estos temas, sin llegar a una decisión o postura definitiva.
El problema es saber elegir donde y en quién depositar nuestra confianza: elección muy difícil, nunca libre de riesgos y errores.
Hay que hacer de tripa corazón y aceptarlo sin más, buscando la mejor vía, el mejor camino que es, al fin y al cabo, el que nos permitirá sentirnos bien, o menos mal, a pesar de las decisiones tomadas o no tomadas.
La mayor me distrajo de estas profundas y un poco desagradables reflexiones preguntándome por mis antiguas novias, por quién había dejado a quién, por detalle escabrosos e íntimos que son para ella en esta fase de su existencia el tema casi de mayor interés... y entre risas, reticencias, excesos de sinceridad y detalles, pequeños y grandes vacíos de memoria, nos reímos con María más de una vez y con gusto.
Las mejores alegrías las tenemos a nuestro lado, no hay que buscar demasiado, hay que saber fijarse en lo que realmente cuenta.
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