Hoy en Viva Bolivia, el blog de una familia italiana que ha adoptado en este país, encuentro una referencia a una artículo del periódico italiano Corriere della Sera
Relata un episodio muy duro, al que podríamos quitarle hierro, cómo un caso muy especial, y lo es, si no fuera que se suma a las conversaciones que tuvimos con unos amigos que han adoptado en un país del este europeo y que después de muchos años viviendo en Barcelona, tuvieron que volver a Italia por motivos laborales.
Hemos vuelto a hablar con ellos hace unas semanas. No estaban muy contentos.
En su país, que es el mío, se encontraron con una pared de ignorancia, rechazo, malsana curiosidad que les ha provocado más de un disgusto.
Quizás también por inesperado.
Después de vivir muchos años serenos en España, chocarse con el retraso en la aceptación de una realidad que es aquí tan común, ha sido muy desagradable y difícil de aceptar.
Ha sido natural pensar en los que, en España, claman al cielo considerando como arriesgado, y hasta peligroso, el incremento espectacular de adopciones que se ha registrado en la Península en estos últimos años.
La narración de esta pareja, describiendo una realidad donde la presencia de niños adoptados es escasa o inexistente, es lo que me convence todavía más, por contraste, de la positivo de nuestra situación.
Aquí cruzarte con una familia con niños adoptados es la cosa más normal del mundo.
Los encuentros de familias adoptantes son, y más han sido, siempre multitudinarios.
En todas las escuelas es probable encontrarte con dos, tres o hasta más niños adoptados.
Las dimensiones del "fenómeno" adopción internacional ha empujado las administraciones a crear espacio de reflexión y servicios para las familias.
podría seguir...
Mucho hay que hacer, es natural.
Pero para el bien de nuestros hijos, y de toda la sociedad, justamente la cantidad acaba siendo motivo de facilidad de integración, de vida serena, de eliminación de barreras.
Repito, queda mucho por hacer.
Y más quedará si se deja libre camino a los que consideran la adopción un mal y no una maravillosa oportunidad de felicidad y amor.
Si no somos capaces de parar los pies a los que vociferan diciendo que si algo puede tener aspectos problemáticos, mejor cortar por lo sano y borrar ese algo.
¿Qué actividad humana, por profundamente positiva que sea, y así todas las actividades del hombre, está libre de lados negativos? ¿de riesgos? ¿de degeneraciones?
Simplemente ninguna.
A los que ven el incremento de las adopciones internacionales cómo algo negativo, tendría que llegarle fuerte y claro el mensaje:
ESTAIS EQUIVOCADOS
La normalización de un fenómeno, y más cuando estamos hablando de niños, de familias, de convivencia, tiene siempre muchos más motivos y razones para desarrollarse en la serenidad, que para teñirse de los colores oscuros del sufrimiento.
La cuestión y el planteamiento tendrían que moverse siempre en esta dirección:
nunca borrar algo que es bueno, por que en el se desarrollen facetas negativas.
Atacamos las facetas negativas, trabajemos para resolver estos aspectos y para que lo bueno prevalezca en porcentajes abrumadores.
Y lo bueno, que siga creciendo.
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